El Tamiz

Antes simplista que incomprensible

El Homo neanderthalensis

Libro disponible:
Los segundos doce artículos de la serie (de la seda a Johann Sebastian Bach) están disponibles como libro en tapa dura y como libro electrónico.

Tras la larga pausa causada, por una parte, por las vacaciones y, por otra, por el desarrollo de las otras series, continuamos hoy con Hablando de…, la serie “histórica” de El Tamiz, en la que hablamos de asuntos diversos de manera aparentemente aleatoria, enlazando cada artículo con el siguiente y tratando de poner de manifiesto cómo absolutamente todo está relacionado de una manera u otra.

En las últimas entradas de la serie hemos hablado acerca del los nanotubos de carbono, una de cuyas posibles aplicaciones más prometedoras es como estructura de un futuro ascensor espacial, propuesto por primera vez por Konstantin Tsiolkovsky, partidario (como casi todos sus contemporáneos) de la eugenesia, promovida por Sir Francis Galton tras ser inspirado por el debate Huxley-Wilberforce sobre la evolución, en el que participó el “bulldog de Darwin”, Thomas Henry Huxley, que utilizó un cráneo de Homo neanderthalensis para defender las ideas de su amigo. Pero hablando del Homo neanderthalensis…

Wilma Neanderthal

“Wilma Neanderthal”, recreación artística realizada en 2008 para la National Geographic Society.

No es casualidad que el descubrimiento del fósil que define al Hombre de Neandertal se produjese sólo tres años después de la publicación de El Origen de las Especies, ni que llegase tan oportunamente para la argumentación de Huxley sobre nuestra relación con los simios y otros animales. Sin la maduración de las teorías de Darwin y otros, de las que ya hemos hablado en esta serie, los restos encontrados en el pequeño valle del río Düssel nunca hubieran sido reconocidos como lo que realmente eran. Esto no es simplemente especulación… porque los primeros restos se descubrieron bastante antes que los “oficiales”, y no fueron interpretados correctamente.

Antes de que te eches las manos a la cabeza ante la burricie humana, piensa un momento lo siguiente: si nadie te hubiera explicado la teoría de Darwin y pensaras, como prácticamente todo el mundo por entonces, que el ser humano y los demás animales no tienen nada que ver, que las especies son estáticas y han existido siempre (salvo las que se extinguieron en el Diluvio)… si te encontrases restos de un esqueleto parecido al nuestro, pero no igual, ¿te plantearías que ese esqueleto puede haber pertenecido a un homínido, relacionado con nosotros de una u otra forma pero extinto? Porque yo puedo responder, sin dudarlo un momento, que hubiera pensado que era un hombre con alguna enfermedad, un mono raro o algo parecido. Si hubiera sido por mí, de Homo neanderthalensis, nada de nada.

El caso es que un médico, el belga Philippe-Charles Schmerling, encontró en 1829 y 1830 restos aparentemente humanos en sendas cuevas cerca de Engis, en el valle del Meuse. Junto a los restos había huesos de animales (oso, hiena y rinoceronte), lo que hizo pensar a Schmerling que los seres humanos que habían habitado aquellas cuevas vivieron en la misma época que los animales. Era evidente para él, por lo tanto, que se trataba de restos ancestrales, si eran de una época en la que había rinocerontes en Bélgica. Sin embargo, el descubrimiento no tuvo la relevancia que debiera y, aunque no sé por qué (siempre agradezco que me desasnéis si sabéis más de esto), sospecho que los científicos que examinaron los restos, aunque convencidos de que eran muy antiguos, no sospechaban que se tratase de una especie diferente de la nuestra. Los restos que descubrió Schmerling son, lo sabemos ahora, de Homo neanderthalensis, que podría bien haber sido denominado Homo engiensis si se hubieran identificado a tiempo.

Pero es que la cosa no acaba ahí: en 1848, en una cantera de Gibraltar, se descubrieron otros restos que parecían humanos, también muy antiguos… tanto que son de Neandertal, pero para cuando los científicos de la Sociedad Británica para el Avance de las Ciencias, en 1864, decidieron que se trataba de una nueva especie y pretendieron darle nombre, otro descubrimiento había sido realizado y, ¡esta vez sí!, identificado rápidamente, en Alemania… de modo que hablamos hoy de Homo neanderthalensis, y no de Homo calpicensis (por Calpe).

Valle de Neandertal

Valle de Neandertal(Cordula / Licencia CC Attribution Sharealike 2.5). Versión a 2240x1680 px.

El descubrimiento en cuestión se produjo en Neandertal, un pequeño valle del río Düssel muy cercano a Düsseldorf. El nombre, por cierto, significa “Valle de Neander”: la ortografía primitiva de -tal en alemán era -thal, de ahí que la clasificación científica sea neanderthalensis, y que en inglés suelan decir Neanderthal. La ortografía recomendada en castellano por el Diccionario Panhispánico de Dudas es Neandertal. Y, como siempre en esta serie intentamos enlazar todo con todo lo demás, el nombre del valle es en honor al teólogo Joachim Neander… que se apellidaba así porque su abuelo había helenizado su apellido, convirtiendo Neumann en Neander. Pero ¿cuál es el significado de Neumann? Nada más y nada menos que hombre nuevo. De modo que el Homo neanderthalensis es el hombre del valle de los hombres nuevos… irónico, ¿Verdad?

Este descubrimiento fundamental se debió a un acto bondadoso. En Neandertal había una cantera, y los canteros tenían la gentileza de guardar los fósiles de animales que iban encontrando para Johannes Fuhlrott, un profesor de un pueblo cercano. Éste podía mostrar así a sus alumnos los restos de animales “antediluvianos”, como osos cavernarios. La sorpresa de Fuhlrott fue mayúscula cuando, al examinar uno de los conjuntos de huesos en agosto de 1856, se dio cuenta de que no se trataba de un oso ni nada parecido, sino de algo muy parecido a un ser humano.

Fuhlrott merece, en mi opinión, un doble reconocimiento: no sólo tuvo la sagacidad de darse cuenta, tres años antes de la publicación de la obra de Darwin, de la posible relevancia del descubrimiento, y no pensar que era un “mono raro” o un oso deforme, como hubiera creído yo. Además, tuvo la humildad de reconocer que no tenía los conocimientos suficientes para confirmar el descubrimiento o para ir más allá con él. De modo que se puso en contacto con Hermann Schaaffhausen, catedrático de Anatomía de la Universidad de Bonn, y le mostró los huesos: parte de un cráneo, dos fémures, los huesos del brazo derecho y parte del izquierdo, el ilion y algunos fragmentos de un omóplato y algunas costillas.

Cráneo de Neanderthal-1

Fragmento del cráneo Neandertal-1 que estudió Fuhlrott.

Fuhlrott y Shaaffhausen estudiaron los restos juntos, y publicaron los resultados del descubrimiento en 1857. Se trataba, de acuerdo con ellos, de los restos fósiles de un ser humano, pero “de una raza bárbara y salvaje”. Las características (que luego describiremos en más detalle) eran parecidas a las de nuestros huesos, pero no iguales: sobre las cejas había una zona saliente inconfundible, las piernas estaban ligeramente arqueadas, las proporciones de brazos y piernas no eran las mismas, etc.

La reacción de una gran parte de la comunidad científica fue… bueno, si has leído los últimos artículos de esta serie, te la puedes imaginar. Decir que fue “encendida” es ser bastante moderado. Cualquier explicación, ¡cualquiera!, era postulada con tal de no reconocer esa especie de “eslabón” que nos acercaba a los animales, en vez de ser algo absolutamente separado de ellos. Porque una cosa es que muchas cabezas pensantes de la época fuesen reaccionarias, y otra que fuesen estúpidas: sabían perfectamente cuáles podían ser las consecuencias de que los dos alemanes tuvieran razón, e intentaron elaborar argumentos que destrozasen la hipótesis de los dos alemanes.

El francés Franz Pruner-Bey consideraba que los restos eran claramente de un idiota microcefálico, por el tamaño del cráneo. Pero ¿qué había de la forma de los arcos supraciliares? ¿del arqueamiento de las piernas? August Franz Mayer, un colega de Shaaffhausen en la Universidad de Bonn, lo explicó de una forma realmente rocambolesca: el esqueleto, según él, pertenecía a un Cosaco de principios de siglo, muerto luchando contra Napoleón en 1814. Tanto tiempo en la silla de montar, combinado con el raquitismo por la malnutrición, había arqueado sus piernas, y el dolor que sufría a consecuencia de esto le había hecho arquear las cejas con tanta intensidad y durante tanto tiempo que, sí, como lo oyes… se habían deformado los huesos de su cráneo, dando la forma característica a sus arcos supraciliares. Y me imagino que Mayer daría esta explicación sin pestañear ni llorar de risa, el tío.

Afortunadamente, otros científicos de mente más abierta apoyaron la idea de Fuhlrott y Shaaffhausen, entre ellos, naturalmente, Darwin y Huxley. Pronto, ellos y otros como ellos –fundamentalmente en Gran Bretaña y Francia– fueron destrozando los argumentos de Mayer, Pruner-Bey y compañía, y en 1864 el irlandés William King le dio el nombre científico que seguimos utilizando hoy, Homo neanderthalensis. Aunque ya hubiera habido brotes anteriormente, la paleoantropología surgiría como disciplina, a partir de entonces, con un vigor imparable, y las ideas de Mayer y los suyos sufrirían un ocaso paulatino. Eso sí – ten cuidado, no arquees las cejas demasiado, no sea que deformes tu cráneo.

A propósito del nombre, durante cierto tiempo no estuvo claro si debería clasificarse a los Neandertales como Homo neanderthalensis (una especie del género Homo), o como Homo sapiens neanderthalensis (una subespecie de Homo sapiens, de la que nosotros, Homo sapiens sapiens, somos la única subespecie superviviente). Salvo que alguno que sepa más que yo de paleoantropología –no es muy difícil– me corrija, la impresión que me ha dado al leer sobre el asunto es que la mayor parte de la comunidad científica es partidaria hoy en día de la denominación Homo neanderthalensis, que es la que he utilizado yo.

El caso es que, con el tiempo, no sólo se fueron encontrando más restos de Neandertales, sino que se fueron identificando, ahora sí, restos encontrados anteriormente, como los de Gibraltar o Engis, como esqueletos de Homo neanderthalensis. En total se han encontrado restos de unos cuantos cientos de esqueletos, repartidos por una región relativamente amplia de Europa y parte de Asia. Aquí tienes las localizaciones:

Sitios Neandertal

Publicado bajo Licencia CC Attribution Sharealike 3.0, imagen creada por 120.

La especie evolucionó, claro está, de otras más antiguas, con lo que es difícil decir en qué momento se trata ya de Homo neanderthalensis y no de una especie anterior, pero parece que los restos más antiguos con rasgos claramente marcados como Homo neanderthalensis son de hace unos 130 000 años. Los más modernos son de hace unos 30 000 años, con lo que la existencia de la especie como tal duró unos mil siglos. Pero ¿cómo era esta “raza bárbara y salvaje”, como decía Shaafhausen? Pues no exactamente, en muchos aspectos, como solemos pensar en ellos.

De hecho, en mi descripción quiero intentar, entre otras cosas, borrar ese sutil sentimiento de superioridad que solemos tener respecto a ellos como especie. “¡Ja, ja, ja!”, parecemos pensar. “La selección natural no perdona, y estos monicacos primitivos y patéticos eran peores que nosotros, con lo que nosotros ganamos, ellos perdieron y se extinguieron”. No lo tendría yo tan claro.

Por ejemplo, tenemos la idea de que los Neandertales eran, como especie, “bastante más bajos que nosotros”. Un primer vistazo a los restos de que disponemos parece confirmar esto, porque ellos parecen haber tenido unos 166 cm de altura media, y ellas unos 154 cm. Pero ¿has visitado algún castillo últimamente? Ni siquiera hace falta eso: ¿has entrado en casas de pueblo de hace un par de siglos? Es bastante fácil darse en la cabeza con los dinteles de las puertas, ¡qué pequeñitos eran nuestros tatarabuelos! Claro, es fácil comparar a un Neandertal de hace 50 000 años con un ser humano moderno, que en su niñez ha bebido leche hasta reventar, pero no es justo si queremos comparar, genéticamente, a una especie con otra.

De hecho, al comparar los restos de Neandertales con los de nuestros propios ancestros de hace un par de decenas de miles de años… resulta que eran casi iguales, es posible que incluso un poco más altos que nosotros. Su estructura ósea sugiere que eran más fuertes físicamente, especialmente por encima de la cintura (menudos brazos tenían, los tíos).

Cráneo de Neandertal

Cráneo de Neandertal de La Ferrassie (Licencia CC 3.0 Attribution Sharealike/120)

La forma de su cráneo, como seguro que sabes ya, era más alargada que la del nuestro, que es más “redondo” y tiene una frente más alta. Tenían un arco supraciliar que debía de proporcionarles unas cejas bastante prominentes, y el ángulo del hueso de la nariz era mayor, con lo que su nariz puede haber sido mayor y más ancha. Sin embargo, su barbilla era más pequeña que la nuestra –lo cual tiene importancia, como veremos luego–. Sí, la verdad es que al mirar las reconstrucciones de la cabeza Neandertal, da la impresión de ser “primitiva”, como lo parece Wilma Neanderthal, la del comienzo del artículo.

Esqueleto de H. neanderthalensis

Sin embargo, también se exagera al hablar de la capacidad craneal. Efectivamente, era algo más pequeña que la nuestra, pero la diferencia tampoco es muy grande: un promedio de 1,410 cm3 comparado con los 1450 cm3 de un ser humano moderno, es decir, alrededor de un 3% de diferencia. Además, por una parte, hay que recordar que la capacidad craneal no es una medida absoluta de la inteligencia de nadie, y por otro, que un 3% de diferencia es menor que la variación que hay dentro de nuestra propia especie. ¡A saber! A falta de otras pruebas, me atrevería a decir que considerar a los Neandertales como “primos estúpidos” de nuestra especie es tan falso como considerarlos “enanos” comparados con nosotros.

Respecto al resto del cuerpo (la imagen del esqueleto de la derecha es del American Museum of Natural History, publicada bajo licencia CC Attribution Sharealike 2.0 y tomada por Claire Houck) , y recordando que estamos mirando esqueletos de criaturas que tuvieron una alimentación durante el crecimiento que no tiene que ver con la nuestra, parecen ser en general más “anchos” que nosotros. Tenían hombros más amplios, una caja torácica más ancha, piernas proporcionalmente más cortas… de acuerdo con la estética moderna, supongo que tenían una forma menos esbelta y elegante que nosotros. Claro, si le preguntases a un Neandertal, nosotros probablemente le pareceríamos unos enclenques alargados e insulsos.

Con el tiempo, hemos llegado a poder estimar incluso el color de la piel o el pelo, gracias a los estudios de ADN que se han ido realizando (y de los que seguiremos hablando en un momento). Parecen haber tenido piel clara (lo cual no es sorprendente por las latitudes en las que evolucionaron y el clima de entonces) y el pelo de diversos colores. Algunos de ellos parecen haber sido pelirrojos, otros tenían el pelo rubio, castaño o negro.

También su crecimiento, de acuerdo con los estudios realizados sobre fósiles de niños y adolescentes, era distinto del nuestro. El Homo sapiens sapiens tiene un patrón bastante peculiar de crecimiento: durante un tiempo de la niñez crecemos bastante poco en tamaño, y luego damos un “estirón” en la adolescencia que lo compensa. Los Neandertales parecen haber carecido del “estirón”; en cambio, crecían de una manera más continua (y más temprana) que nosotros. Con lo que, en una pelea de colegio, creo que un Neandertal nos hubiera dejado secos a ti o a mí (aunque, para ser sinceros, un patito aturdido podría haberme dejado seco sin problemas).

Todavía no tenemos claro si podían hablar o no, y hay cierta controversia al respecto. Por una parte, ya he mencionado que no tenían una barbilla tan formada como la nuestra, y existe un músculo que se localiza ahí y que utilizamos para realizar algunos sonidos durante el habla. Por otro lado, se han encontrado huesos hioides, que conectan la musculatura de la lengua y la laringe y que utilizamos para producir sonidos vocálicos al hablar. Además, incluso los antecesores del Neandertal, como el Homo heidelbergensis que seguro que conoces por Atapuerca, ya tenían una estructura de los huesos del oído muy parecida a la nuestra, que probablemente permitían un discernimiento de sonidos diferentes muy similar al nuestro.

Aunque aún no está muy clara su relevancia, también es interesante el tamaño del canal hipogloso de sus cráneos. Por este canal discurre el nervio hipogloso, que va a la lengua. El canal hipogloso de un chimpancé, por ejemplo, es mucho más pequeño que el nuestro, lo que sugiere un control más burdo de los músculos de la lengua y la incapacidad para producir sonidos lo suficientemente sofisticados como para constituir un lenguaje como el nuestro. Pero el canal hipogloso de los Neandertales es bastante grande: como digo, no está clara la relación segura de una cosa con la otra, pero es un indicio. Además, los análisis del ADN extraido de los restos de que disponemos ha dado otro indicio – la presencia de un gen, el FOXP2, relacionado con el lenguaje en nosotros mismos. Total, que no lo sabemos seguro, pero la verdad es que tiene pinta de que, aunque fuera un lenguaje primitivo, lo tenían.

De lo que sí estamos absolutamente convencidos es de que utilizaban herramientas de hueso, madera y sílex. No hubiera podido ser de otro modo, por su dieta: hemos realizado estudios de concentración de isótopos en el colágeno de los huesos, y los resultados muestran claramente que más de un 90% de las proteínas consumidas son de origen animal, es decir, tenían una dieta prácticamente carnívora. No sólo esto – los huesos encontrados asociados a los restos Neandertales demuestran que cazaban piezas realmente impresionantes, como el tremendo Megaloceros giganteus, de hasta 3,65 metros de punta a punta de las astas, o el rinoceronte lanudo, no sólo pequeños animales. Todo esto hubiera sido imposible sin cierta tecnología.

Megaloceros giganteus

Megaloceros giganteus (Franco Atirador / CC Attribution Sharealike 3.0 License).

En algunas imágenes de reconstrucciones se nos muestra a los Neandertales desnudos, o vestidos con pieles que parecen sábanas que los cubren de cualquier manera. Sin embargo, las temperaturas de la Europa de la época, y sobre todo en algunas de las regiones más septentrionales en las que habitaban nuestros “primos”, no perdonaban. La mayor parte de los paleoantropólogos no dudan de que los Neandertales, cuando hacía falta, fabricaban ropa más o menos ajustada al cuerpo, cubrían sus pies, construían refugios con madera, etc. Una vez más, sin la tecnología no podrían haber sobrevivido en un entorno tan hostil.

Conocían el fuego, y probablemente construyeron cosas que no han dejado un registro que podamos detectar, con lo que es casi seguro que estaban más avanzados de lo que pensamos hoy en día –que ya es más de lo que a veces sugiere el nombre “Neandertal”–. Incluso se ha encontrado un hueso de oso con agujeros a lo largo, que algunos piensan puede haber sido una flauta (otros creen que son agujeros producidos por otra causa, como los dientes de un animal, y no con un propósito). Vamos, que tenían una tecnología similar a la de nuestros propios ancestros contemporáneos de ellos.

Punta musteriense

Punta musteriense.

Al examinar los huesos de animales, se observan marcas sobre ellos producidas por herramientas empleadas para obtener la carne, y se han observado marcas similares en algunos huesos de Neandertal. De ahí que muchas veces se los describa como caníbales… lo cual bien puede haber sido cierto pero, una vez más, un par de matizaciones son necesarias. La primera es que todo el mundo está de acuerdo con que hay marcas de herramientas sobre los huesos, pero eso no quiere decir que la carne obtenida se haya consumido.

Dicho de otro modo: los Neandertales parecían tener algunas prácticas de enterramiento más o menos simples, y es posible que a veces hayan descarnado los huesos de forma ritual antes de enterrarlos. Claro, es imposible saberlo con certeza, porque lo que le sucediera a la carne obtenida de ese modo no deja constancia que haya durado hasta nuestros días. Mi opinión ignorante, indocumentada e irracional es que, si vivo hace quinientos siglos (con lo que eso supone para conseguir comida) y voy a realizar un ritual en el que hago una carnicería de un cadáver y le quito la carne… pues, francamente, yo me la comería. Un Megaloceros menos al que tengo que enfrentarme.

La segunda matización es que, incluso aunque se produjera un consumo antropófago (o neanderthalófago, o lo que sea), ¿en qué distingue esto a los Neandertales, como especie, de nosotros? El Homo sapiens sapiens, como bien sabes, también ha practicado la antropofagia, en algunos casos con auténtica fruición. Así que, una vez más, la diferencia no es tan grande como a veces la pintan, ni los Neandertales tan “salvajes y bárbaros” como la literatura más antigua sugiere a menudo.

Cráneo de Shanidar I

Desde luego, no cabe duda de que –como nuestros propios antepasados– su vida debía de ser bastante violenta y relativamente corta. Los restos de que disponemos cuentan historias, a veces, terribles. Un ejemplo es Shanidar I (“Nandy” para los amigos, en la foto de la derecha), un esqueleto de H. neanderthalensis descubierto, junto con otros varios, en los Montes Zagros del Kurdistán iraquí. Nandi murió con entre 40 y 50 años, lo cual lo convierte en un auténtico vejestorio para la época, y su vida, como la de muchos de sus congéneres, no fue nada fácil.

El cráneo de Nandy muestra un golpe tremendo en la parte izquierda, que lo deformó levemente y probablemente supuso una ceguera, total o parcial, en el ojo izquierdo. No sabemos si se trató de un animal, un accidente o el resultado de un combate. Su brazo derecho estaba atrofiado, y ni siquiera tenía mano, probablemente una deformación congénita. Este mismo brazo sufrió varias fracturas a lo largo de su vida. También hay una fractura en un pie, y la pierna derecha sufría algún tipo de deformación congénita, como el brazo, con lo que su movilidad tuvo que ser bastante limitada.

Debido a todo esto, no cabe duda de dos cosas: que Nandy no podía valerse por sí mismo en el terrible entorno en el que vivía; y, como consecuencia, que el grupo al que pertenecía (como probablemente muchos otros, o todos) mostraba un comportamiento altruista, protegiendo y alimentando a un miembro de la comunidad que no podía cazar por sí mismo, y no durante un año o dos, sino durante una vida larguísima. La verdad es que, en total, Nandy tampoco fue tan desafortunado, ya que probablemente vivió más del doble que la mayoría de sus congéneres, y encima tenía un grupo lo suficientemente cohesionado como para ofrecerle ayuda en su vejez. Una vez más, no tan diferentes de nosotros.

Pero las diferencias genéticas entre el Homo neanderthalensis y nosotros son ahora, gracias a los avances de la ciencia y la tecnología, algo que puede determinarse de manera objetiva y sin limitarnos a mirar huesos. En algunos de los restos hemos encontrado muestras de ADN que nos están permitiendo secuenciar el genoma Neandertal. Esto no es una tarea fácil, ya que tiene más o menos el mismo número de pares de bases que el nuestro (unos 3 200 millones), pero en ello están dos equipos diferentes: el Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva en Alemania, y 454 Life Sciences, una empresa estadounidense del grupo Roche (¿para qué quiere Roche el ADN Neandertal? No lo sé, pero me pone nervioso). En Febrero de este mismo año (2009), el Instituto Mack Planck anunció que llevaba secuenciado un 63% del genoma completo.

Svante Pääbo

Svante Pääbo, del Max Planck, con un cráneo de Neandertal. ¿Secuenciar o no secuenciar? Ésa es la cuestión.

Evidentemente, queda mucho por hacer (entre otras cosas, una vez tengamos su genoma completo, ¿crearemos Neandertales modernos?), pero con lo que llevamos secuenciado ya se han ido sacando algunas conclusiones interesantes: ya hemos mencionado el pelo pelirrojo y de otros colores, y también el gen del lenguaje FOXP2. La imagen de “Wilma Neanderthal”, realizada el año pasado para la National Geographic Society, se basa también en estos estudios genéticos –y en la licencia artística, para qué vamos a engañarnos–. Las estimaciones de los equipos que trabajan en la decodificación del ADN Neandertal son que compartimos un 99,5% de nuestros genomas respectivos.

Esto lleva a hacerse un par de preguntas casi inevitables. La primera: ¿es la parte del genoma que compartimos con ellos una herencia suya, o simplemente el resto del genoma de antes de que nos separásemos como especies? Dicho de otro modo: ¿tenemos ADN Neandertal en nosotros? Y la segunda: si eran tan parecidos a nosotros y, según lo que estamos diciendo, probablemente más fuertes no mucho menos inteligentes… ¿por qué diablos no están aquí? ¿Por qué nosotros sobrevivimos como especie, y ellos no lo hicieron?

Dicho mal y pronto: no tenemos ni idea. Hay diversas hipótesis al respecto y, aunque unas están más aceptadas que otras, hace falta tiempo para estar seguros de una de ellas. Si has leído hasta aquí, paciente homínido, permite que te las describa brevemente, porque algunas son realmente fascinantes.

Por un lado, no encontramos restos de Homo sapiens en Europa antes de hace unos 32 000 años, cuando entraron allí desde África. Recordarás que mencionamos que por ahí ronda la fecha de la extinción del Homo neanderthalensis como especie (hay algún resto posterior a 30 000 años atrás, pero muy pocos). Esto no significa necesariamente una relación de causa-efecto, pero para algunos paleoantropólogos no se trata de una casualidad que lleguen unos y los otros desaparezcan.

Según este primer grupo de hipótesis, nosotros básicamente acabamos con ellos, intencionada o inintencionadamente. Según algunos se pudo tratar de un auténtico genocidio, en una lucha sin cuartel por los recursos; según otros, pudo producirse un contagio de patógenos a los que los Neandertales no habían estado expuestos antes, como sucedió en América hace pocos siglos. En cualquier caso, de uno u otro modo, según esta hipótesis la extinción de los Neandertales fue muy rápida – tan rápida como nuestra expansión. Y, si se trató de una lucha, hace falta algo más para explicar el resultado porque, como hemos dicho antes, no estamos hablando de un grupo de alfeñiques ni mucho menos… alguna ventaja no evidente teníamos que tener nosotros para ganar, aunque sólo fuese el número.

Mapa de expansión de H. neanderthalensis

Máxima extensión del dominio del H. neanderthalensis (Ryulong / CC Attribution Sharealike 3.0 License)

Un segundo grupo de hipótesis plantea una extinción gradual, a lo largo de unos diez o veinte mil años, en la que tal vez ni siquiera estuvimos involucrados nosotros directamente. Para esto no haría falta algo muy drástico, sino simplemente diferencias entre unos y otros que supusieran una cierta ventaja en la supervivencia de un grupo respecto a otro ante el entorno. Según algunos científicos, las piernas comparativamente cortas de los Neandertales supondrían una desventaja al correr, y un mayor gasto de energía al hacerlo, que haría que nuestros ancestros (probablemente más debiluchos, pero más ágiles) tuvieran una ventaja respecto a ellos que los llevase a aumentar su número a mayor ritmo.

En 2006 se planteó otra hipótesis de este segundo grupo por parte de antropólogos de la Universidad de Arizona: es posible que la ventaja del sapiens frente al neanderthalensis no fuese genética, sino cultural. Según estos científicos, la diferencia puede haber estado en la división del trabajo entre los dos sexos en el Homo sapiens sapiens (los machos dedicados a la caza, preferentemente mayor, y las hembras a la recolección y la caza menor), mientras que en el Homo neanderthalensis ambos sexos realizaban las mismas tareas. Esta leve sofisticación cultural puede haber supuesto el éxito de una especie y el fracaso de la otra.

También pertenece a este grupo de hipótesis la del cambio climático. Los Neandertales europeos utilizaban, como hemos dicho antes, herramientas, pero no hemos encontrado indicios de armas arrojadizas. Lo más probable es que emboscasen a sus presas en el bosque. Pero, según Europa se fue enfriando, grandes regiones que habían sido bosques se fueron convirtiendo en estepas… y las técnicas de caza de los Homo neanderthalensis se fueron quedando obsoletas. No podían correr con eficacia tras sus presas por su estructura ósea “paticorta”, no podían emboscarlas porque había menos árboles, y no podían lanzarles cosas porque no tenían la tecnología suficiente… un panorama bastante desolador para ellos.

Según esta hipótesis, nuestros antepasados –que provenían de regiones mucho menos boscosas–, o bien estaban construidos genéticamente para correr mejor, o bien tenían las herramientas necesarias (como armas arrojadizas) para cazar más eficazmente en espacios abiertos, con lo que, de un modo u otro, estaban mejor preparados para sobrevivir en una Europa glacial que sus coetáneos. Una vez más, es imposible saberlo y, una vez más, la verdad es que la cosa parece lógica.

Algunas de las dataciones de restos parecen sugerir una mezcla de varias de estas causas, y un paulatino retroceso de los Neandertales hasta zonas más o menos aisladas, en las que sobrevivieron unos cuantos milenios hasta desaparecer completamente. Pero aquí no se acaban las hipótesis, ni mucho menos: queda la más sugerente de todas.

Según algunos científicos, los Neandertales no se extinguieron… porque somos nosotros. Dicho de una forma algo eufemística, es posible que el contacto entre unos y otros haya sido, digamos, íntimo. Algunos restos de Neandertales posteriores a la entrada en Europa del Homo sapiens sapiens parecen tener rasgos más “modernos” que los restos antiguos, y lo mismo pasa al revés. Claro, como siempre, una hipótesis no invalida de manera absoluta las demás: es posible que haya habido un retroceso de Neandertales, menos adaptados a los cambios del entorno o menos avanzados tecnológicamente, una coexistencia más o menos pacífica (o violenta, vaya usted a saber), y una mezcla genética entre ambos, de modo que el grupo más pequeño (los Neandertales) fue “absorbido” genéticamente por el más grande, pero dejando su “marca genética” en nosotros. Pero esta hipótesis es muy discutida, con lo que yo la cogería con alfileres.

Si se confirmase, tal vez habría que volver a discutir si incluir a los neanderthalensis como subespecie de Homo sapiens, nombre dado por Linneo en 1758, mucho antes de que las teorías de Darwin liasen la taxonomía e hicieran todo mucho más complicado. Pero hablando de Linneo…

Para saber más (si aparecen dos enlaces, el primero es en español y el segundo en inglés):

Biología, Ciencia, Hablando de...

29 comentarios

De: meneame.net
2009-08-26 11:52:07

El Homo neanderthalensis...

No es casualidad que el descubrimiento del fósil que define al Hombre de Neandertal se produjese sólo tres años después de la publicación de El Origen de las Especies, ni que llegase tan oportunamente para la argumentación de Huxley sobre nuestra relac...


De: arturios
2009-08-26 12:35:42

Quizá añadir que a traves del ADNm de un sólo especimen este dice que, al menos sus mitocondrias no eran eficaces a la hora de transformar la glucosa en ATP y parte se transformaba directamente en calor.

Si no nos encontramos ante una mutación puntual, podría ser que los Neardentales, un fresco día de diciembre a 5ºC bajo cero se encontrasen disfrutando del sol y de la playa y diciendo ¡ozú con la caló!


De: Macluskey
2009-08-26 15:24:08

Gran artículo, Pedro, muy bueno.

Como aportación adicional, recomiendo escuchar el ciclo de conferencias sobre "Orígenes de la Civilización: Perspectivas Evolucionistas" que, dirigida por Eudald Carbonell, impartieron destacados científicos del "Proyecto Atapuerca" o como se llame, y que se pueden encontrar (junto con miles de otras conferencias) en la web de la Fundación March.

El enlace concreto para este ciclo es: "http://www.march.es/conferencias/anteriores/?busqueda=avanzada&ciclo=OR%CDGENES+DE+LA+CIVILIZACI%D3N%3A+PERSPECTIVAS+EVOLUCIONISTAS".

En concreto, las conferencias de José María Bermúdez de Castro y, sobre todo, la de Ignacio Martínez de Mendizábal, que es casi el único antropólogo que entra en la Sima de los Huesos de Atapuerca, son extraordinarias. Y son muy recientes, además, de fines del año pasado.

Que os aprovechen. Saludos para todos.


De: xx32
2009-08-26 18:04:11

yo lei por ahí que los homo sapiens sapiens tenían una ventaja culturall sobre los neandertales; pasaban mas tiempo en la infancia, lo que permitía un aumento en la cultura de estos (nosotros)..........pero quien sabe...........


De: kemero
2009-08-26 21:36:10

"Mamá, mi novia"... ta linda la Wilma :S

¿Estamos seguros de que se extinguieron? en Argentina hay un par de Colectiveros y Taxistas que creo que califican... de hecho también tenemos a uno jugando en la Selección Nacional y en el Manchester City!

Hablando en serio, excelente el artículo, yo soy o era uno de los que creía que los neandertales eran estúpidos.


De: bozo
2009-08-26 22:30:18

Excelente articulo. Leyendolo he recordado muchas cosas que habia leido en el maravilloso libro "Los dragones del Edén", de Carl Sagan.


De: angelbat
2009-08-26 23:55:34

¿No hay restos neandertales en África?
Eso significaría que el Neandertal evoluciona despues de salir de allí, ¿no?


De: rscosa
2009-08-27 02:11:33

Yo me planteo otra cosa, no me nos interesante. Como demonios ambas 'especies' existieron. La probabilidad de que esto pase es escaso. No es posible que unos pocos de neandertales 'emigraran' al sur y transcurridos muchos anhos estos cambiasen debido al cambio de habitat y los sapiens sapiens provengan de los neandertales que emigraron?

Bueno, dudas, dudas y mas dudas, mi conclusion: articulo y tema apasionante.


De: fcasarra
2009-08-27 07:50:42

Otro hecho difrencial que pudo afectar a la extinción de los neandertales es que necesitaban 5000 calorias diarias para vivir, mientras que nosotros nos apañamos con 2500. Si disminuyeron los grandes animales, los neandertales se verían en un problema, mientras que los sapiens se podrían apañar con raices y frutas.


De: acallado
2009-08-27 10:18:50

Excelente artículo que resume muy bien y de manera muy divulgativa hasta donde ha llegado la comunidad científica con los neardentales.
Tenía entendidas dos cosas de manera diferente:
- pensaba que se habían encontrado restos de neardentales con dataciones no mucho más allá de 12.000 años (en el artículo la desaparición se pone a 30.000 años).
- las piernas cortas y musculadas, hasta dónde yo sé, son 'fatales' para carreras de largas distancias, pero pueden ser 'excelentes' para carreras cortas (un 'sprint'), que para cazar viene bastante bien.
Un último comentario, recuerdo haber leído por ahí, que en principio no se decoraban, por ejemplo con collares, pero que en un hallazgo del sur de Francia, había un grupo de neardentales que sí que lo hicieron, y se porponía que lo habían copiado esta 'evolución' cultural de un grupo de Homo Sapiens.


De: Pedro
2009-08-27 10:54:50

acallado,

Respecto a los 12.000 años, no he encontrado nada parecido que esté confirmado (los más modernos, parecen ser como mucho, pero controvertidamente, de 24.000, creo). Si encuentras algo, ¿me lo pasas?

Lo de los collares, etc., no lo he puesto, porque por lo que leí muchos piensan que pueden no haber sido lo que pensábamos, o no haber sido Neandertales, pero sí que es interesante :)


De: kemero
2009-08-27 15:21:43

@rscosa

Hace 1 ó 2 años, en Discovery Channel hicieron una serie de capítulos dedicados a la evolución del hombre. Ahí se mostraba que los Neandertales y nuestros antepasados tenían una descendencia en común, o sea, que los dos provenían de algo mas "primitivo".

Al final de ésta serie mostraban como conclusión el posible árbol genealógico del mono hasta el hombre (basándose en los restos fósiles encontrados), y en éste se podía ver que en varias oportunidades 2 o más especies candidatas a ser sapiens sapiens vivían de forma contemporánea.


De: Guepard
2009-08-28 19:07:11

En un documental se decía que probablemente les ganamos porque poseiamos perros y ellos no, lo cual nos dio una ventaja enorme.


De: Guepard
2009-08-28 19:09:45

rscosa eso de que es improbable de que ambas especies convivan no es cierto, pasa continuamente, todos los mamiferos probienen del mismo antepasado, las aves... o especificando aun mas, tigres, leones y leopardos son parientes cercanos.


De: Miguel Nadal
2009-08-29 01:37:14

Finalmente, después de muchos meses, he tenido la oportunidad de entrar poner un comentario.
Una excelente entrada, querido Pedro. La he disfrutado mucho, como de costumbre.
Pero (también como de costumbre) mi purista interior tiene una inquietud. El último párrafo no me gusta; eso que dices acerca de Darwin viniendo a liar la taxonomía linneana me parece impreciso.
Darwin era linneano, aún en sus planteamientos evolucionistas. Si observas su representación del árbol de la vida (en su famoso Cuaderno B) o de la diversificación de un género (en el aún más famoso Origen de las especies) verás que sigue las normas linneanas. De hecho, la norma esencial de la taxonomía es que las especies no se cruzan unas con otras, así que se obtiene una topografía ramificada, igual que la de Darwin. Aunque haya diferencias de interpretación, la práctica taxonómica no se ve alterada profundamente.
(Me da gusto estar de vuelta aquí.)


De: RyAnG
2009-08-29 03:56:58

Hasta donde yo se no hay pruebas de coexistencia de sapiens y neanderthalensis en Europa. Por ahora no se han encontrado restos de las dos especies pertenecientes a la misma época en el mismo lugar.

Lo que está claro es que el hombre de neandertal fue reduciendo su ya de por si escaso número y se fue retrayendo cada vez más al sur tal vez escapando de los cambios en el clima y sufriendo cambios bruscos en los hábitats a lo que estaban adaptados llegando a tener un último reducto en el sur de la península ibérica siendo ya un grupo reducidísimo. Después sapiens fue ocupando esos espacios.

Probablemente la presión de homo sapiens ocupando las zonas que abandonaba neanderthalensis influyó y parece que nosotros teníamos una ventaja clara en algún aspecto (en mi opinión, cultural y tecnológica). Pero ya digo que no pienso que tuvieramos un relación directa en la extinción de la especie. Vamos, que me quedo con el segundo grupo de hipótesis que planteaba Pedro.


De: Pedro
2009-08-29 21:18:56

¡Miguel, qué bueno verte por aquí! A lo que me refiero con eso (que no pretence ser preciso en absoluto, es un comentario ligero) no es a que Darwin personalmente complicase nada, sino a que la taxonomía de Linneo se basa en características comunes, pero tras Darwin se lió la cosa porque empezamos a plantearnos quién originó a quién, y a hacer los árboles según la evolución, no las características comunes que, a veces, agrupaban especies que no tenían que ver filogenéticamente unas con otras. Por mucho que Darwin fuera linneano, nuestra taxonomía cambió, y fue en parte "por su culpa".


De: serviviente
2009-09-02 18:40:34

@ acallado
Unas piernas cortas y musculadas no son requisito indispensable para cazar. De hecho creo que el animal con más porcentaje de éxito en la caza (muy por encima del de los felinos) es el lobo, gracias a la cooperación de toda la manada y a que andan "de puntillas"*, de forma que su pata actúa como un muelle que reaprovecha parte de la energía de un paso para el siguiente (Seguro que has visto a algún karateka dando "saltitos" adelante y atrás antes de soltar una patada), con lo que recorren grandes distancias sin cansarse. Son por así decirlo corredores de fondo que agotan a sus presas antes de darles muerte.

*En comparación con sus primos/hijastros los perros que apoyan toda la planta del pié(mejor postura para el combate cuerpo a cuerpo) en la huella del lobo no verás la almohadilla central(la más grande), sino solo las de los 'dedos' y las marcas de las uñas.


De: Astrid
2009-09-05 22:18:05

Gracias Pedro por este documento sobre el hombre del Neanderthal. Seguro que se conocieron y se relacionaron porque es lo lógico, pero dudo que unos aniquilasen a los otros. El homo sapiens tuvo que encontrárselos a su llegada a tierra extraña y lo lógico no es que se temieran sino que se unieran a diferencia de lo que haría el hombre en otras épocas en las que las ambiciones personales de un rey y las guerras constituían la base de su economía. Para mí que en este caso lo habitual era estar cohesionados socialmente para sobrevivir dado que los principales enemigos eran la inclemente naturaleza y los animales. O quizá vivieran próximos respetándose. Dudo mucho que unos eliminaran a los otros en aquella era. Lejos de asustarme su trogloditismo,me infunde un profundo respeto.


De: InTheater
2009-09-08 09:27:34

excelente articulo, gracias

me ha sorprendido el parrafo :

" Según estos científicos, la diferencia puede haber estado en la división del trabajo entre los dos sexos en el Homo sapiens sapiens (los machos dedicados a la caza, preferentemente mayor, y las hembras a la recolección y la caza menor), mientras que en el Homo neanderthalensis ambos sexos realizaban las mismas tareas. Esta leve sofisticación cultural puede haber supuesto el éxito de una especie y el fracaso de la otra. "

En inteligencia artificial (algoritmos genéticos) se utiliza bastante la especialización de grupos de "individuos" para obtener un mejor resultado, dependiendo del problema, la cantidad de grupos diferentes viene a ser de dos a cinco, pero siempre un numero muy pequeño (en comparación con la especialización que se produce, por ejemplo, en el campo del estudio del conocimiento). Personalmente me gusta la idea, que tal especialización sexual pudiera ser una ventaja determinante.

Y como nota de humor, todas las medidas en pro de una igualdad de sexos, no nos estaran Neardentalizando ??, quizás hubiese que enseñar un poco de historia a ciertos estratos de la sociedad


De: Bartran
2009-10-14 12:15:09

Muy buenos días.

Excepcional serie, te animo a continuar con esta saga que me ha enganchado desde el primer capitulo hasta este penúltimo (y espero que siempre sea el penúltimo).

Un cordial saludo y una vez enhorabuena por tu blog, es sumamente accesible a sus conocimientos, a pesar de ser estos normalmente de los más oscuros al conocimiento común de la ciencia.


De: Diego
2010-01-08 05:45:43

Me gustaria tener mas tiempo, para opinar mas profundamente, ya que me agrada el tema y me quedaron ciertas dudas y cosas que no me convencieron del todo.
Pero en si, no se si entendi bien, pero en el ultimo parrafo se plantea el posible cruze entre homo sapiens y neandertales, y debido a las diferencias de este ultimo se puede considerar como otra especie (no como una subespecie) y por lo tanto el cruze de entre ellos dos, su desendencia no es fertil, po lo que nosotros no podemos desender de un cruze entre ellos. Como ejemplo el cruze entre caballos y burros (que en mi pais se le llama mula) pero este no es fertil. Gracias por tu articulo, interesante tema.


De: Maite
2010-12-21 13:15:07

Me gustaría añadir algo que parece que no ha aparecido en los comentarios. Según lo que se lleva andado en la secuenciación del genoma neanderthal, parece ser que la poblaciones europeas (y se cree que parte de las asiáticas) tenemos entre un 1 y un 4% de genoma neanderthal, lo que ha llevado a la conclusión lógica por parte de los investigadores, de que hace entre 75.000 y 40.000 años se "vieron las caras" los cromañones y los neanderthales quizás -según las hipótesis de estos mismos investigadores- en la zona de Oriente Próximo, y que hubo un puntual cruce genético entre ambas especies que no ha sido detectado, sin embargo, en poblaciones africanas. Esto significa que si bien el homo sapiens sapiens triunfó y lo absorvió, genéticamente hablando, los neanderthales nos han dejado su impronta a los europeos, así que algo de ellos ha sobrevivido en nosotros.


De: javi
2011-05-31 17:36:06

En el articulo se indica que nuestro promedio de volumen cerebral es mayor que el neanderthal , y es justamente al contrario el suyo era ligeramente mayor . Si tenian un indice de encefalizacion (masa cerebral/masa corporal )algo menor que el nuestro.


De:
2012-06-08 15:39:31

ga asquerosos que


De: Nacho
2012-11-06 13:39:19

Muy interesante y completo. En cuanto a las causas de nuestro triunfo un articulo sugiere que había una mejor correlación entre la cabeza del recién nacido y el canal del parto que hacia mucho más fácil el alumbramiento en Sapiens. Por otro lado los grupos familiares de Neandertal solían constar con menos individuos y estar más dispersos entre si ya desde antiguo. Sutilezas que sumadas ganan la partida.
En cuanto a si se adornaban o no, ya esta confirmado que tanto en la península itálica como en la ibérica utilizaban plumas de aves que modificaban para adornarse antes de la irrupción de Sapiens.


De:
2013-04-13 13:06:42

A ver, en cuanto al nombre de la especie. Aunque generalmente se la denomina Homo neanderthalensis, en realidad es una raza humana, por lo que es Homo sapiens neanderthalensis. Creo que el extendido uso que tiene el primer nombre se debe a la intención de abreviar.


De: Marcela
2013-07-02 15:17:49

Muchas de Las características del Neardental se ajustan hoy a la del humano oficinista, informático, que le gusta la cerveza y aficionado a la hamburguesa, entre otros alimentos hipercalóricos. Si trajeramos a un Neardental a la vida debido a que necesita más calorías diarias que el sapiens, hoy la dificultad al nacer de los bebés neardentales está solucionada con las cesareas, no requeriría habilidad para la caza, encontraría que esta es la sociedad perfecta para él.


De: Amadeus
2013-07-02 23:12:29

En el artículo muestran como fue descartado que el neardental sean homo sapiens que padecieran una enfermedad que los deformara. Pero por qué no pensar que hayan sido miembros de un grupo o raza sapiens -si está mal dicho que me corrijan la palabra- que posean dichas características así como hay en la actualidad grupos humanos que no superan los 1.5 m de estatura como los pigmeos o algunas tribus indoamericanas.


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