El Tamiz

Antes simplista que incomprensible

Las cuatro fuerzas - Introducción (I)

Hace mucho tiempo, en una galaxia muy lejana, os prometí que algún día dedicaríamos una mini-serie a las cuatro interacciones fundamentales de la Naturaleza, llamada Las cuatro fuerzas. Qué raro es dar nombre a una serie años antes de que se publique, ¿verdad? De cualquier manera, aquí tenéis la primera entrega de esta mini-serie. Mi intención es dedicar un artículo a cada una de las cuatro fuerzas –salvo que me extienda tanto en alguno que lo parta en dos–, además de uno introductorio al concepto de fuerza y probablemente alguno de conclusión o vuelta a alguna de las cuatro con conceptos nuevos.

Para cada una de las cuatro fuerzas mi idea es explicar lo siguiente:

  • En qué consiste, qué la hace especial y cómo descubrimos que existía.
  • Cómo ha ido evolucionando nuestro conocimiento sobre ella.
  • Cuál es nuestra concepción actual sobre la fuerza.
  • Qué hipótesis existen que podrían cambiar nuestra idea sobre ella en un futuro cercano.

Después de terminar, aunque no sé si hará falta o habremos hablado sobre ello en los artículos individuales, me gustaría hablar un poco sobre unificación y las relaciones entre las cuatro (si no hiciera falta nos lo saltamos y punto), y antes de todo quiero hablar sobre el concepto de fuerza en general, ya que es común a las cuatro y algunos saben más que otros sobre lo que significa. Como casi siempre, intentaré no suponer conocimiento previo: habrá muchos enlaces a artículos anteriores para ampliar conocimientos si tienes curiosidad y no los has leído, pero no será necesario hacerlo para seguir la serie.

Dos avisos pertinentes antes de empezar:

  • El intentar que la mini-serie no requiera de otras lecturas significa que, si llevas mucho tiempo con nosotros, seguramente repetiré cosas de las que ya hemos hablado, aunque con menos detalle que antes. Al menos esto puede servirte para refrescar cosas y, en último caso, para regodearte en lo mucho que sabes. Además quiero disfrutar del camino: me andaré por las ramas tanto como me apetezca y no pienso tener la menor disciplina para ir al grano, con lo que van a ser probablemente artículos muy largos.

  • Como casi siempre, voy a realizar simplificaciones abyectas, engaños y trucos viles y malvados y otras estratagemas: prefiero pasarme por simplista que por incomprensible, que textos doctos ya hay muchos en la red. Si sabes de esto mi recomendación es que no lo leas, porque sólo vas a frustrarte. Busca algo más avanzado y disfrútalo.

Dicho todo esto, ya que vamos a hablar sobre las famosas cuatro fuerzas fundamentales, empecemos con lo esencial. ¿Qué quiere decir esto? ¿Qué es una fuerza, y qué quiere decir que una fuerza es fundamental? ¿Por qué decimos que hay cuatro? Respira hondo y vamos con ello porque tenemos que retroceder más de dos milenios en el tiempo.

El concepto de fuerza, desde sus comienzos, ha estado asociado al de movimiento, y es imposible entender la evolución de la una sin entender la del otro. En la Física aristotélica, que dominó Occidente y el Islam hasta finales de la Edad Media, una fuerza es la causa de un movimiento. No es posible que exista un movimiento sin fuerza, y cuando una fuerza que origina un movimiento desaparece, el movimiento se detiene.

De acuerdo con Aristóteles existen tres tipos de movimiento, con lo que las fuerzas tienen tres tipos distintos:

  • El movimiento natural, que tiende a llevar a las cosas al lugar al que pertenecen.

  • El movimiento voluntario, que es propio de los seres vivos.

  • El movimiento forzado, en el que un ser vivo obliga a alguna otra cosa a moverse (que es, por tanto, una consecuencia del movimiento voluntario).

No te preocupes, porque no vamos a entrar aquí a discutir sobre la Filosofía de Aristóteles, ni me importa demasiado la terminología, con lo que voy a hablar en términos modernos y no con los que usaba él. Lo que nos importa ahora mismo son dos cosas. En primer lugar la primera definición coherente del concepto de fuerza como causa del movimiento, y en segundo lugar la primera clasificación de las fuerzas –muy diferente de la actual, por supuesto–.

Platón y Aristóteles
Platón (izquierda) y Aristóteles (derecha), de Rafael (dominio público).

Como ves, el griego distinguía los movimientos –y por tanto las fuerzas– dependiendo de si tendían a llevar las cosas a su lugar natural, “como debe ser”, o si eran la consecuencia de la voluntad de un ser vivo que “trastocaba” el orden natural de las cosas. Es como si todo tuviera su sitio, pero entonces llegaran los seres vivos a desordenarlo todo: hacer que algo pesado suba, o que algo ligero baje, o que algo se mueva cuando no debería…

Y aquí está, en mi opinión, una de las dos distinciones más importante de la idea aristotélica de fuerza respecto a las más maduras posteriores, la respuesta a esta pregunta: ¿qué pasa cuando desaparece la fuerza?

Pensemos primero en un movimiento natural. Imaginemos que se trataba de una piedra que se encontraba a dos metros del suelo –porque algún ser vivo la había forzado a estar allí–. La piedra sigue su tendencia natural a caer al suelo: se mueve por un movimiento natural. Una vez llega al suelo la fuerza desaparece y con ella el movimiento, ya que la piedra ya ha alcanzado su estado natural y no es necesario llevarla a él. Como el desequilibrio ha desaparecido, lo hace el movimiento natural.

¿Qué pasa entonces, cuando desaparece la fuerza? Que el movimiento desaparece y la piedra permanece en reposo en el lugar que le corresponde de manera natural.

Veamos qué sucede si es un movimiento forzado. Supongamos que estás empujando una mesa por el suelo – la mesa tiende de modo natural a estar en el suelo y en reposo, pero tú la estás obligando a moverse. ¿Qué pasa si dejas de ejercer esa fuerza sobre ella? Una vez más, que el movimiento desaparece y la mesa permanece en su estado natural, en reposo y en el suelo.

La clave de la cuestión es que, da igual cuál fuese el origen del movimiento, mientras haya una fuerza sobre un objeto éste se mueve, pero cuando la fuerza desaparece el objeto se para. Podríamos imaginar un caso de rizar el rizo, como elevar la mesa sobre el suelo: cuando dejas de ejercer fuerza sobre ella soltándola, ¡la mesa no se para! Pero esto no contradice la idea aristotélica: aunque tú hayas soltado la mesa, no se encuentra en su lugar natural, con lo que la tendencia a descender va a hacer que se mueva. Sólo cuando no la toques y además ya esté en el suelo dejará de existir causa alguna del movimiento y la mesa se detendrá.

Esta idea de que sin fuerza no hay movimiento es falsa, pero la mantuvimos durante milenios: y la razón es que es muy intuitiva. Si alguna vez has conducido un coche, aunque en época del sabio de Estágira no hubiera coches, has sentido la tentación del concepto de fuerza aristotélico. Mientras pisas el acelerador, forzando el coche a moverse, el coche viaja por la autopista. Pero cuando sueltas el pedal del acelerador o apagas el motor, sin necesidad de pisar el freno, el coche va disminuyendo su velocidad hasta detenerse. Y tu intuición –o al menos la mía– lo que ve es que cuando desaparece la fuerza desaparece el movimiento. Harían falta dos mil años para escapar de esta intuición.

La segunda idea crucial que distingue la fuerza aristotélica de las posteriores tiene que ver con el agente de las fuerzas. De acuerdo con Aristóteles una fuerza siempre la sufre algún ser, pero no siempre la realiza un ser. Cuando la mesa cae hacia el suelo no lo hace porque ninguna otra cosa la empuje o tire de ella hacia abajo: es su propia cualidad de ser un objeto pesado la que la hace moverse. Utilizando términos mucho más modernos, Aristóteles no considera la fuerza como una interacción.

Cuando un ser vivo empuja algo sí hay un agente físico de la fuerza –el ser vivo– y otro que la sufre –el ser inanimado–, pero incluso aquí también hay una diferencia enorme con lo que vendría después. Según el griego los objetos inanimados no pueden causar fuerzas por sí mismos. Ninguno de los tres tipos de movimiento lo permite. Sí es posible que un ser vivo fuerce a un objeto a moverse, y que el movimiento de ése obligue a otro a moverse (si das un golpe a una piedra con un palo, por ejemplo) pero el agente último de la fuerza sigue siendo un ser vivo.

Resumiendo, nuestra primera visión coherente de la fuerza como concepto físico es la de la causa necesaria del movimiento y que puede deberse a la tendencia de los objetos a ir a su lugar natural, o a la intromisión de un ser vivo que perturba ese equilibrio natural. Pero esta idea tiene grandes, enormes problemas – porque es más falsa que Judas, claro, por intuitiva que parezca al principio.

Por ejemplo, imagina que disparas una flecha con un arco. Inicialmente todo tiene sentido: un ser vivo produce un movimiento forzado sobre el arco, éste sobre la flecha y la obliga a moverse a gran velocidad hacia delante. Pero una vez que la flecha abandona el arco ¿quién la empuja hacia delante? No es el arco, que ya no la toca, ni es el ser vivo, que tampoco lo hace. La flecha debería detenerse rápidamente, una vez que la causa necesaria del movimiento ha desaparecido… pero no lo hace. Es cierto que tarde o temprano sí se detiene, pero ¿cómo explicar el largo rato que puede moverse a una velocidad descomunal sin que nadie haga una fuerza sobre ella?

El intento de explicación utilizando los conceptos aristotélicos no era demasiado bueno. Supuestamente la flecha, al moverse hacia delante por el aire, deja un hueco detrás: un vacío. Pero el vacío no puede existir de acuerdo con Aristóteles (hemos hablado del horror vacui al hacerlo de la presión atmosférica), de modo que el aire se apresura a rellenar el hueco y empuja la flecha hacia delante. Así, la propia flecha se empuja a sí misma, ya que fuerza al aire a desplazarse y éste la fuerza a ella. Vamos, algo así como si pudieras levantarte tirando hacia arriba de los cordones de tus zapatos.

Flecha de Aristóteles
La flecha que se mueve a sí misma empujando el aire.

El problema con la física aristotélica no fue que tuviese errores: ¿cómo no iba a tenerlos, si fue casi el primero en crear una Física como Dios manda? El problema es que nos costó horrores escapar de ella porque lo pusimos en un altar y cuestionar a Aristóteles era algo inconcebible. En Filosofía esto puede sostenerse más fácilmente, ya que demostrar que una idea filosófica es válida o no es muy difícil; pero aunque muchas afirmaciones físicas de Aristóteles fuesen más o menos filosóficas –hablando en términos modernos, por supuesto– otras eran muy concretas e incluso cuantitativas. Y claro, no hacia falta más que hacer experimentos sencillos para demostrar lo inconcebible: que el de Estágira no siempre tenía razón.

Tuvimos la posibilidad de romper el paradigma aristotélico mucho antes de lo que tal vez creas: mucho antes de Newton o Galileo sin lugar a dudas. En el siglo VI d. C. un filósofo y teólogo bizantino, Juan Filópono, estudioso de Aristóteles como casi todos, se atrevió a explicar por qué no estaba de acuerdo con varias ideas de la Física aristotélica. El desacuerdo más sagaz y más sorprendente no lo voy a contar ahora sino en el siguiente artículo, ya que tiene que ver con la gravedad, de modo que te dejo con las ganas. Sin embargo, un desacuerdo menos sagaz se convertiría en la semilla de algo muy grande.

En su Comentario sobre la Física de Aristóteles, Juan Filópono plantea la siguiente modificación a la noción aristotélica de fuerza, para poder explicar movimientos como el de la flecha por el aire. Cuando algo ejerce una fuerza sobre un objeto, las consecuencias de la fuerza permanecen en el tiempo: el movimiento no sólo se produce durante el tiempo que dura la fuerza. Las fuerzas imparten a los objetos una cualidad nueva, un ímpetu que los impele a moverse por sí solos durante cierto tiempo. La fuerza desaparece, pero el ímpetu perdura cierto tiempo.

Eso sí, este ímpetu se va disipando con el tiempo hasta desaparecer. Así, la flecha que vuela por el aire aún posee parte del ímpetu que recibió al ser disparada, pero una vez este ímpetu o energía motriz se ha disipado, lo único que queda es la tendencia natural de la flecha a caer al suelo y eso es precisamente lo que hace. Como ves, esta modificación parece no ser grande: el movimiento continuado de la flecha se debe al ímpetu, pero éste a su vez fue originado por la fuerza, luego la fuerza sigue siendo la causa del movimiento.

Sin embargo hay un avance fundamental, aunque la idea de Filópono sea bastante básica y no demasiado concreta: es posible movimiento sin fuerza actual, aunque tenga que haberla habido en el pasado y la fuerza siga siendo su causa última. Los objetos que se mueven poseen una cualidad propia que permanece en el tiempo, aunque esa cualidad no tenga una definición operativa y se vaya disipando poco a poco.

Juan Filópono recibió palos por todas partes, ya que se había atrevido a corregir a Aristóteles. Es posible que con el tiempo la cristiandad hubiera al menos tenido en cuenta sus argumentos, pero el alejandrino era también un teólogo. A partir del 530 se dedicó sobre todo a la Teología, y era un pedazo de hereje como la copa de un pino para la intransigente Iglesia de la época, con lo que tras su muerte la Iglesia consideró sus ideas como anatema y a partir del 680 no se pudieron publicar sus obras. Por desgracia esto se aplicó a todas, no sólo a las obras teológicas, con lo que lo que pudo ser una revolución en los siglos VI-VII –más por el argumento del artículo que viene que por éste– se quedó en agua de borrajas.

Por suerte había a quien le importaba un bledo la prohibición de la Iglesia: casi todas las obras de Juan Filópono se tradujeron al sirio y al árabe, y fueron una gran influencia –complementando a Aristóteles– para los filósofos islámicos de los siglos posteriores. Sí, volvemos a lo de siempre: Alejandría dejaría de ser el centro del conocimiento pero surgiría uno nuevo en Bagdad, algo de lo que ya hemos hablado al hacerlo de la naturaleza de la luz. En particular un viejo conocido nuestro, Abū ʿAlī al-Ḥusayn ibn ʿAbd Allāh ibn Sīnā, más conocido en Europa como Avicena, leyó a Filópono y contrastó sus correcciones con la física aristotélica para extraer sus propias conclusiones.

Avicena
Avicena (c. 980-1037).

Pero Avicena fue más allá que Filópono, ya que los científicos bagdadíes, aunque admirasen a Aristóteles, no tenían reparos en corregir las ideas que considerasen equivocadas, ni sufrían la misma presión que los occidentales para mantener intocables las ideas del griego. Según Avicena es evidente, como sostenía Filópono, que es posible movimiento sin fuerza inmediata, ya que una fuerza imparte un ímpetu a los objetos. Ahora bien, para el persa resulta también evidente que quien frena la flecha en su vuelo no es la desaparición intrínseca de ese ímpetu: es el aire quien la frena.

En su Kitab Al-Shifaʾ (Libro de la curación) de alrededor de 1020 –que habla sobre la curación de la ignorancia, no de las enfermedades– Avicena cambia la idea de Filópono de que el ímpetu se disipa con el tiempo. Para el persa este ímpetu es permanente salvo que algo lo perturbe. Por ejemplo, cuando el aire frena la flecha en su vuelo le está robando ese ímpetu, que se disipa en el aire, pero una flecha lanzada en un medio muy tenue apenas sufriría disipación del ímpetu, mientras que otra lanzada en el agua lo perdería muy rápido.

Otros sabios bagdadíes abundarían en la misma idea, que si has estudiado a Galileo y Newton seguro que te suena, porque se parece mucho a la cantidad de movimiento o momento lineal –una idea de la que hablaremos luego–: la fuerza no es necesaria para mantener el movimiento, sino que imparte al objeto una cualidad que se mantiene salvo que alguien se la robe. No es sorprendente esta conexión, ya que Galileo y Newton no existieron en un vacío, y del mismo modo que los textos en griego de Juan Filópono habían sido traducidos al árabe, posteriormente los de Avicena fueron traducidos al latín y volvieron a Europa.

Este conocimiento aristotélico modificado y refinado fuera del mundo en el que era casi idolatrado fue esencial para que los estudiosos europeos, al leerlo, siguieran avanzando y alejándose más de Aristóteles. La salida del mundo occidental de sus ideas y la vuelta, comentadas y modificadas por los filósofos islámicos, les proporcionó una frescura sin la que tal vez nunca se hubiera producido el renacimiento científico europeo a partir del XIV. Hacían falta aún siglos para llegar a Galileo, pero íbamos dando pasos.

En efecto, el precursor inmediato de Galileo y Newton fue un francés que estudió cuidadosamente a Avicena: Jean Buridan. Buridan, que vivió en la primera mitad del siglo XIV, tres siglos después de Avicena, fue aún más allá en su alejamiento de Aristóteles. Tanto es así que creo que su concepto de movimiento y de fuerza es mucho más similar al de Galileo que al de Aristóteles.

Jean Buridan
Manuscrito parisino de c. 1370 en el que se representa a Jean Buridan dando clase (dominio público).

Observa la siguiente explicación maravillosa de Buridan sobre lo que le sucede a una piedra lanzada hacia arriba con la mano (el énfasis en negrita es mío), ¡escrita en la primera mitad del XIV, unos dos siglos antes que Galileo!:

Cuando un agente pone un objeto en movimiento le imparte un cierto ímpetu, es decir, una fuerza que permite al cuerpo moverse en la dirección en la que el agente inicia el movimiento, ya sea hacia arriba, hacia abajo, hacia un lado o en círculo. El ímpetu impartido aumenta proporcionalmente a la velocidad. Es por este ímpetu que una piedra se sigue moviendo después de que el agente haya dejado de moverla.

Pero por acción de la resistencia del aire (y por el peso de la piedra) que intenta moverla en dirección opuesta al movimiento causado por el ímpetu, el segundo irá disminuyendo con el tiempo. Por lo tanto el movimiento de la piedra será cada vez más lento, y finalmente el ímpetu habrá disminuido o se habrá consumido tanto que el peso de la piedra prevalece y mueve la piedra hacia su lugar natural.

En mi opinión podemos aceptar esta explicación porque las otras demuestran ser falsas mientras que todos los fenómenos están de acuerdo con ésta.

Jean Buridan mantiene, por supuesto, ideas aristotélicas, como el “lugar natural” de la piedra, pero observa varios detalles magníficos. Por una parte tenemos una incursión de las matemáticas en el asunto, aunque sea leve: el ímpetu ya no es algo tan nebuloso como en Avicena, sino que es proporcional a la velocidad. Ésa es la razón de que una roca lanzada con más velocidad inicial tarde más tiempo en pararse: le hemos proporcionado más ímpetu. En otro texto Buridan añade a esto el peso de la piedra, de modo que considera que el ímpetu es proporcional al peso y a la velocidad del objeto.

Más importante aún es el establecimiento de la fuerza –en este caso la resistencia del aire y el peso de la piedra– no como el generador de movimiento, sino como el modificador del movimiento. Esta concepción madurará en Newton, pero no me negarás que la sagacidad del francés es estupenda teniendo en cuenta el contexto en el que vive. Finalmente Buridan pone la guinda del pastel con la última frase: debemos aceptar la explicación que no ha demostrado ser falsa y con la que los fenómenos con coherentes. Lo que no dice –pero digo yo– es la coletilla: ”… en vez de lo que pone en los libros de hace mil quinientos años.”

No hacía falta mucho para que esto explotara y tuviésemos una dinámica (una teoría de las fuerzas) como debe ser. Básicamente hacían falta dos cosas: por un lado el florecimiento final de la Filosofía Natural como Física con la introducción, por fin, de las Matemáticas con mayúsculas. Por otro, el mayor genio que ha dado la Física –me atrevería a decir que la Ciencia– en toda su historia: Isaac Newton.

La introducción de las Matemáticas en la Ciencia se la debemos, en su mayor parte, a otro genio cuya cercanía a Newton a veces nos hace dar menos importancia de la que tiene: Galileo Galilei. No hace falta que repita aquí mi admiración por él, ya he babeado suficiente en el larguísimo artículo dedicado al pisano, y volveremos a hablar de él una vez más cuando ataquemos la fuerza gravitatoria. Por ahora quiero centrarme en su contribución al concepto general de fuerza y su relación con el movimiento, pero de él, de Newton y de más cosas hablaremos en la segunda parte de esta breve y ligera introducción, dentro de una semana. ¡Hasta entonces!

Ciencia, Física

28 comentarios

De: Persi
2014-01-09 20:35

Que grande eres Pedro! Menudo regalazo para empezar el año con ganas. Modo ansia on!!!

De: JoseRF
2014-01-09 21:48

Hola Pedro, gracias por el artículo, esta serie promete (como todo lo que haces). Una sugerencia: cuando dices: "una roca lanzada con más velocidad inicial tarde más tiempo en pararse", ¿no sería más correcto decir que esa roca recorre más distancia hasta pararse, en lugar de hablar del tiempo que tarda en pararse? Saludos

De: Javier perez
2014-01-09 23:43

Hola Pedro, Llevo años esperando esta serie. Ansioso estoy. Una pregunta, Consideras a Newton incluso mas genio que Einstein? Aparecerá este ultimo en la serie para hablar de la gravedad?

De: Gregorio
2014-01-10 01:29

¿El francés Jean Buridan es el creador de la paradoja del asno Buridan?

De: xx32
2014-01-10 02:51

tanto tiempo esperando... Por fin va Pedro a volver a hablarnos de las fuerzas

De: kemero
2014-01-10 03:31

Pedro, creo que te amo.

De: Pedro
2014-01-10 07:19

JoseRF, no entiendo la pega. Una roca lanzada hacia arriba con mayor velocidad inicial tarda más tiempo en pararse. Claro, también recorre más distancia hasta pararse, pero ¿por qué te parece una expresión más correcta que la otra?

Gregorio, creo que la paradoja fue usada contra él, no por él, pero no estoy seguro.

De: Pedro
2014-01-10 07:26

Oops, se me escapó un comentario. Javier, en mi opinión, Newton. Einstein aparecerá en el artículo sobre la gravedad, desde luego :)

De: J
2014-01-10 07:52

Javier,

me permito citar a Isaac Asimov en "100 preguntas básicas sobre la ciencia":

2.- ¿Quién fue, en su opinión, el científico más grande que jamás existió? Si la pregunta fuese "¿Quién fue el segundo científico más grande?" sería imposible de contestar. Hay por lo menos una docena de hombres que, en mi opinión, podrían aspirar a esa segunda plaza. Entre ellos figurarían, por ejemplo, Albert Einstein, Ernest Rutherford, Niels Bohr, Louis Pasteur, Charles Darwin, Galileo Galilei, Clerk Maxwell, Arquímedes y otros. Incluso es muy probable que ni siquiera exista eso que hemos llamado el segundo científico más grande. Las credenciales de tantos y tantos son tan buenas y la dificultad de distinguir niveles de mérito es tan grande, que al final quizá tendríamos que declarar un empate entre diez o doce. Pero como la pregunta es "¿Quién es el más grande ?", no hay problema alguno. En mi opinión, la mayoría de los historiadores de la ciencia no dudarían en afirmar que Isaac Newton fue el talento científico más grande que jamás haya visto el mundo. Tenía sus faltas, viva el cielo: era un mal conferenciante, tenía algo de cobarde moral y de llorón autocompasivo y de vez en cuando era víctima de serias depresiones. Pero como científico no tenía igual. Fundó las matemáticas superiores después de elaborar el cálculo. Fundó la óptica moderna mediante sus experimentos de descomponer la luz blanca en los colores del espectro. Fundó la física moderna al establecer las leyes del movimiento y deducir sus consecuencias. Fundó la astronomía moderna estableciendo la ley de la gravitación universal. Cualquiera de estas cuatro hazañas habría bastado por sí sola para distinguirle como científico de importancia capital. Las cuatro juntas le colocan en primer lugar de modo incuestionable. Pero no son sólo sus descubrimientos lo que hay que destacar en la figura de Newton. Más importante aún fue su manera de presentarlos. Los antiguos griegos habían reunido una cantidad ingente de pensamiento científico y filosófico. Los nombres de Platón, Aristóteles, Euclides, Arquímedes y Ptolomeo habían descollado durante dos mil años como gigantes sobre las generaciones siguientes. Los grandes pensadores árabes y europeos echaron mano de los griegos y apenas osaron exponer una idea propia sin refrendarla con alguna referencia a los antiguos. Aristóteles, en particular, fue el "maestro de aquellos que saben". Durante los siglos XVI y XVII, una serie de experimentadores, como Galileo y Robert Boyle, demostraron que los antiguos griegos no siempre dieron con la respuesta correcta. Galileo, por ejemplo, tiró abajo las ideas de Aristóteles acerca de la física, efectuando el trabajo que Newton resumió más tarde en sus tres leyes del movimiento. No obstante, los intelectuales europeos siguieron sin atreverse a romper con los durante tanto tiempo idolatrados griegos. Luego, en 1687 publicó Newton sus Principia Mathematica , en latín (el libro científico más grande jamás escrito, según la mayoría de los científicos). Allí presentó sus leyes del movimiento, su teoría de la gravitación y muchas otras cosas, utilizando las matemáticas en el estilo estrictamente griego y organizando todo de manera impecablemente elegante. Quienes leyeron el libro tuvieron que admitir que al fin se hallaban ante una mente igual o superior a cualquiera de las de la Antigüedad, y que la visión del mundo que presentaba era hermosa, completa e infinitamente superior en racionalidad e inevitabilidad a todo lo que contenían los libros griegos. Ese hombre y ese libro destruyeron la influencia paralizante de los antiguos y rompieron para siempre el complejo de inferioridad intelectual del hombre moderno. Tras la muerte de Newton, Alexander Pope lo resumió todo en dos líneas: "La Naturaleza y sus leyes permanecían ocultas en la noche. Dijo Dios: ¡Sea Newton! Y todo fue luz."

De: JREGUART
2014-01-10 09:35

Repito lo que dijo uno antes ¡¡¡¡VAYA REGALAZO!!! Y si puedo pedir más a los Reyes Magos a ver si te animas con una teórica del modelo estándar (más allá de nuestras queridas partículas. Pues eso, que muchas gracias Pedro

De: Sergio B
2014-01-10 10:04

Muy bueno, aunque ya has introducido bastante las fuerzas. Claro que cuando dices 4 me supongo que hablaras de la electro-magnetica como una y la debil como otra y no llevamos ya bastante tiempo en el que son una? Yo recuerdo de mis clases de fisica el "explicamos cuatro por que es lo normal aunque ya son tres", cuanto tiempo fueron 4 lo normal? no deberiamos abandonar esa normalidad ya? Si es por ser simplista, por que no empezamos hablando de 5?

Bueno, la verdad es que he estado bastante rato cuestionandome si no deberian haber mas conas sobre la fuerza en una galaxia muy lejana, pero me ha bastado.

Por cierto, yo no logro interpretar en la explicacion de Buridan que el impetu sea proporcional al peso. Parece ver que lo cambia, como hace la resistencia del aire, pero no veo que diga nada de que el impetu es proporcional al peso (ni a la resistencia del aire).

De: Gabriel
2014-01-10 11:14

Genial, como es habitual. Yo pondría en negrita el párrafo final de Buridan (que luego comentas en el texto): "En mi opinión podemos aceptar esta explicación porque las otras demuestran ser falsas mientras que todos los fenómenos están de acuerdo con ésta.". Es unos de los tres pilares fundamentales de lo que modernamente llamamos Ciencia (observación, razonamiento, experimentación).

De: radiator
2014-01-10 19:47

Genial como siempre Pedro, muchas gracias. respecto a lo de Newton o Einstein, yo siempre he leído que la Teoria General de la Relatividad se lleva la palma en cuanto a creación de una sola inteligencia. Es el logro intelectual más elevado de la humanidad La teoría Especial fue un trabajo muy importante, pero si Einstein no la hubiese desarrollado, esa idea habría surgido de igual manera tarde o temprano. Pero la General fue algo totalmente nuevo, insospechado e inesperado, y sin Einstein, a lo mejor aún no la habiamos desarrollado.... Aún así, en conjunto,y dada la envergadura de su obra, Newton efectivamente parece imbatible.

De: jmap
2014-01-11 01:07

Vuelvo a El Tamiz pasadas estas fiestas y que me encuentro..pues nada menos que con otra serie (Las 4 fuerzas fundamentales) ,pues venga, "mas madera" y menuda alegria. Ya estoy esperando los siguientes partes para seguirlas con la devocion que merecen todas tus exposiciones. Y digo esto porque hay que ser muy clarividente y poseer un conocimiento muy profundo de las teorias clasicas y actuales para poder explicar las cosas como tu lo haces. Estoy convencido que para ti seria mas facil hacerlo con las formulas matematicas que acompañan ineludiblemente a toda teoria cientifica. Lo dificil, que creo no esta al alcance de todo el mundo, es extraer el espiritu y el verdadero sentido de esas formulas con la claridad que lo haces y como lo trasmites. Mis mas efusivas felicitaciones y mi admiracion.Ojala El Tamiz lo podamos disfrutrar los amantes del conocimiento por muchos muchos años. Lo dicho eres el Angel Alvarez de la ciencia

De: Luisa
2014-01-12 17:39

Pedro, muchas gracias por los constantes regalos que nos haces. Mis alumnos y yo disfrutamos continuamente con tus artículos y me sirven para acercar la física a unos y para profundizar a otros. También para comentar en casa con mi marido (historiador) y mi hijo (estudiante)sobre temas de física que nunca se acaban en nuestra mesa. Estoy disfrutando cada vez más con la física, si es que esto es posible. Gracias por todo el material que nos proporcionas para trabajar y deleitarnos.

De: eljasv
2014-01-13 14:31

Buen resumen y exposición

De: Josep
2014-01-13 18:30

Hola Pedro, supongo que conoces el MotionMountain, el libro gratuito de física. He estado mirando la parte en la que habla de la cantidad de movimiento, etc, y me parece mucho más aclaradora tu explicación, de momento. No voy a entrar en detalles pero no me parece demasiado didáctica su explicación sobre la definición de masa. Me gustaría saber tu opinión sobre el MotionMountain y si hay algún conjunto de libros parecido pero quizás mejor. En tu web hay muchas cosas pero me gustaria tenerlo "todo" desde el principio hasta el final.

De: Jose
2014-01-14 12:56

Muchas gracias Pedro. Vengo siguiendo tus artículos desde hace tiempo y disfrutando de ellos, cosa que no siempre se puede apreciar cuando se es estudiante, (en mi caso estudios incompletos de física). Pocos comprenden la belleza de la física, tu logras mostrarla en toda su magnitud. Excelentes las referencias históricas y sociales complementan con sabiduría los artículos. Espero con ansiedad las entregas. Otra vez muchas gracias

De: Bevender
2014-01-16 00:33

Electromagnética -débil Fuerte Gravedad Y energía oscura! Sergio B a mi me salen 4! ( ya, ya me supongo que no tiraremos por ahí. O si, yo que se. En este tema oigo campanas pero no se de donde...)

De: J
2014-01-16 11:25

Lo de la "energía oscura" es el Reverso Tenebroso de La Fuerza, ¿no?

De: Sergio B
2014-01-16 21:26

No se como se me habia podido olvidar el reverso tenebroso de la fuerza, mea culpa. De todas formas, creo que alguien devolvera el equilibrio a la fuerza, aunque no entiendo por que llaman equilibrio a destruir el lado oscuro.

Por cierto, tambien creo que la energia oscura se ve afectada por las tres (o cuatro) fuerzas, pero supongo que lo descubriremos.

De: Bevender
2014-01-17 01:45

Sergio, si te refieres a los episodios 1,2 y 3 de la guerra de las galaxias, es porque los Jedis eran idiotas. Anda que no trajo Anakin Skywalker el equilibrio prometido a base de bien...

De: ALEXÁNDER
2014-04-11 06:48

Qué tal Pedro, como siempre muchas gracias por el artículo, tenía mucha curiosidad, pero para no quedarme en la espera para leer por lo menos unos dos o tres artículos de una. Tengo una inquietud algo mundana, no sé si a alguien más le pasa, pero hay segnmentos de texto que no se ven, quedan como saltos, sin embargo me dio por hacer una prueba y al copiar el párrafo con los espacios en blanco y pegarlo en un Block de Notas, ya me aparece el texto completo... No sé si sea problema de mi navegador, si a alguien más le ha pasado y/o tiene alguna solución, agradezco el comentario. Saludos

De: Venger
2014-07-12 01:19

Pues con respecto al comentario último de Bevender, creo que Anakin Skywalker fue un incomprendido. Y no me creo para nada que matara a todos esos pobres caballeros Jedi, eso fue un desatino del ya de por sí desatinado guión de los tres primeros episodios.

Lo del "Ángel Álvarez de la ciencia" de jmap ha sido genial

Y con respecto a Sir Isaac, coincido con todos los comentarios que habéis hecho de él de alavanza, pero quiero añadir algo: estuvo un poco feo lo que le hizo a Leibniz

De: juan pablo
2015-01-04 13:43

Gracias por tu contribucion pedro, poco a poco voy aclarando conceptos que tengo erroneos de fisica

De: Juan Pablo
2015-01-05 12:40

Una pregunta, dado que el "vacio" rodea las particulas subatomicas, no es posible que el valor del boson de higgs varie en la singularidad del agujero negro, de ahi que pueda haber tanta masa en un espacio tan reducido? Segun tengo entendido el valor de este es "metaestable", si variasemos estos valores, podriamos dilucidar matematicamente lo que pasa dentro?

De: juan
2017-05-11 15:52

muy bueno pedrito, te felicito viejo

De: Antonio
2018-11-19 10:06

No sé cómo he llegado a este blog... Pero me alegro mucho de haberlo hecho. Enhorabuena.

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