Continuamos hoy Hablando de…, la larga serie de artículos en la que recorremos diferentes aspectos de ciencia y tecnología de manera aparentemente aleatoria, haciendo especial énfasis en aspectos históricos y enlazando cada artículo con el siguiente. Tratamos, entre otras cosas, de poner de manifiesto cómo absolutamente todo está conectado de una manera u otra.
En las últimas entradas de la serie hemos hablado acerca del proyecto nuclear Nazi, algo que nunca llegó a ocurrir posiblemente gracias a Werner Heisenberg, aunque el bando aliado sí utilizó armas atómicas en los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki, llevados a cabo por bombarderos B-29 Superfortress, cuyos motores estaban construidos por la empresa fundada por los famosos hermanos Wright, los primeros en hacer volar un aeroplano, máquinas que se convertirían en armas en la Primera Guerra Mundial, aunque no tan terroríficas como el gas mostaza, que en el mar se polimeriza y puede ser confundido con ámbar gris, utilizado en la Edad Media como amuleto de protección contra la Peste Negra, posiblemente causada por la bacteria llamada originalmente Pasteurella pestis en honor de Louis Pasteur, una de cuyas hazañas fue terminar con la plaga que estaba acabando con las larvas de Bombyx mori francesas, productoras de seda, una sustancia que, en comparación con su peso, puede llegar a ser bastante más resistente que el acero, aunque no llega a la resistencia de los nanotubos de carbono, una de cuyas posibles aplicaciones más prometedoras es como estructura de un futuro ascensor espacial, propuesto por primera vez por Konstantin Tsiolkovsky, partidario (como casi todos sus contemporáneos) de la eugenesia. Pero hablando de la eugenesia…
Aviso: Este artículo contiene algunos párrafos que pueden resultar algo desagradables o duros. No hay imágenes horribles, pero es hasta cierto punto desasosegador y deprimente. Si no estás de humor para ello, mejor lo dejas para otro momento.
En 1859, Charles Darwin publica su obra Sobre el origen de las especies por medio de la selección natural, o la supervivencia de las razas favorecidas en la lucha por la vida, más conocida por su título abreviado de 1872, El origen de las especies. Aunque muchos rechazaron las conclusiones de Darwin con pasión, la influencia sobre muchos otros fue inmensa. Una de las personas que resultó profundamente impresionada por el trabajo de Darwin fue su primo, Francis Galton, que estuvo presente en el famoso debate sobre la evolución en la Universidad de Oxford el 30 de Junio de 1860.

Sir Francis Galton (1822-1911).
Galton era un genio polifacético y una de esas personalidades fascinantes de la Inglaterra victoriana: era geógrafo, antropólogo, explorador, inventor, meteorólogo, psicólogo, estadístico… leía a los dos años, y a los seis citaba a Shakespeare con soltura. Aunque no es tan conocido como su primo, Galton fue el inventor del concepto de correlación en estadística, elaboró el primer mapa meteorológico, el primer sistema de clasificación de huellas dactilares, fundó la psicometría y publicó más de 340 libros y artículos durante su vida.