Hace demasiado que no comparto con vosotros imágenes que me quitan el aliento –debería adquirir el hábito de hacerlo según las encuentro, pero no siempre es fácil por falta de tiempo–. Hoy quiero hacerlo con dos de las que merecen un puesto de honor en los fondos de escritorio entre los que rotar, ambas relacionadas con lo mismo: cumulonimbos y la tropopausa.
Eso sí, como siempre, antes de mostrar las imágenes, una breve explicación de lo que vas a ver. Se trata en ambos casos de fotografías de la Tierra tomadas por astronautas de la Estación Espacial Internacional, y en ambas aparecen nubes tormentosas muy profundas: cumulonimbos. Este tipo de nubes se producen cuando hay corrientes de convección intensísimas, causadas por el calentamiento del suelo por parte del Sol, y suelen traer precipitaciones muy fuertes, muchas veces acompañadas de granizo. Si has estado en una tormenta bastante repentina en la que parecía que se iba a acabar el mundo… probablemente se trataba de un cumulonimbo.
Claro, cuando estás debajo no puedes ver mucho, y si miras hacia arriba simplemente ves una nube muy oscura, pero si la miras desde unos cuantos kilómetros de distancia, a veces puedes ver el yunque que se forma en la cima. El aire caliente sube con tal fuerza, debido a la densidad mucho menor que el que lo circunda, que puede alcanzar la tropopausa: una “barrera invisible” que separa la troposfera de la estratosfera. La tropopausa es especial porque, desde el suelo hasta ella, el aire se enfría según asciendes –salvo que pasen cosas raras que no vienen al caso ahora–, pero a partir de la tropopausa pasa justo lo contrario (al menos durante cierta distancia).
Por eso el aire que asciende, al llegar a la altitud en la que la temperatura empieza a subir otra vez, ya no es menos denso que el aire que lo rodea, con lo que deja de subir. Es como si se encontrase un “techo de cristal” de aire más caliente que no lo deja seguir ascendiendo, con lo que se expande horizontalmente hacia fuera y forma esa cabeza de yunque tan terrorífica si estás debajo… y tan bella si estás lo suficientemente lejos para verla. Pero ¿desde dónde ver un cumulonimbo monstruoso mejor que desde el espacio?
Aquí tienes la primera foto (si vas a usarla como fondo, asegúrate de descargar la versión a mayor resolución):
Versión a 3032x2064 px. Imagen cortesía del Image Science & Analysis Laboratory, NASA Johnson Space Center (imagen original).
Se trata de un leviatán de nube en la frontera entre Senegal y Malí, y no es casualidad que esté en esa latitud. La tropopausa no tiene la misma altitud en todas partes: debido a la rotación terrestre, está más cerca del suelo hacia los polos, y más lejos hacia el ecuador. Por lo tanto, aunque es posible ver cumulonimbos magníficos en latitudes mayores, en los trópicos son absolutamente despampanantes, porque la cima puede alcanzar hasta 20 kilómetros de altitud.
La segunda imagen muestra varias de estas nubes sobre la Amazonia, y da una idea de lo finísimo de la troposfera (y de la atmósfera al completo) cuando se la mira con cierta perspectiva. Puedes ver el río Madeira en la zona que no está cubierta de nubes, así como el lago Acara –una vez más, para usar como fondo descarga la versión a alta resolución–:
Versión a 4288x2929 px. Imagen cortesía del Image Science & Analysis Laboratory, NASA Johnson Space Center (imagen original).
Si observas los monstruosos cumulonimbos, muchos de ellos tienen una especie de anillos, en muchos casos a diferentes altitudes, como si fueran terrazas. Esto suele suceder cuando la nube es vieja, la corriente ascendente se ha ido debilitando, y la nube se “derrumba”, pero no lo hace en todas partes a la vez, sino que depende de la intensidad de la corriente convectiva más cerca o lejos del centro.
En fin… que hablo demasiado y sobran las palabras. A ver si no tardo otros tantos meses en mostrar alguna imagen más, porque disfruto como un niño.
Para saber más: